El río estaba calmo, una brisa suave acariciaba los sauces de la costa. El silencio era casi total, sólo el canto de algún pájaro a lo lejos…
El ruido de un motor rompió tanta armonía. Rápido se acercaba una lancha. De pronto bajó la marcha y se detuvo.
Yo, sentada al borde del río, apoyada en el tronco de un viejo árbol lo observaba, pensando ¿quién es? ¿adónde va? Tal vez se ponga a pescar ¿se había roto el motor? Quizás pida ayuda…
Sin embargo ninguno de sus movimientos demostraba inconvenientes. Iba y venía lentamente, acomodaba cosas, revisaba otras. De vez en cuando levantaba su cabeza y miraba a lo lejos.
La lancha iba aguas abajo y ya se me dificultaba verla claramente, pero lo escuché hablar por celular ¿discutía? Su voz sonaba alterada.
Mi imaginación volvió a volar… alguien lo reclamaba. ¿Sería separado? ¿su ex? Porqué no su amante? ¿tendría hijos? ¿porqué viajaba solo?
Desde donde estaba acurrucada pude espiar entre el follaje y mi personaje seguía con sus extraños movimientos…
El viento hizo crujir las ramas y me sobresalté, sentí frío, abrí mis ojos, me había dormido. Recordé al instante la lancha en el río, la busqué inútilmente con la mirada. Ya no estaba…
Subí a mi canoa remando, empecé a alejarme. En mi mente, sin saber distinguir entre la realidad o sueño, se entremezclaban imágenes y dudas.
Como si algo me llamara me di vuelta y con asombro descubrí que otra vez aguas abajo iba la lancha y mi “extraño personaje” .
Levanté la mano a modo de saludo pero aunque miraba fijamente hacia mí sé que no me veía.
Malena
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