El último domingo de cada mes un grupo de amantes de las palabras y el río nos juntamos en la Bibliolancha de la Biblioteca Santa Genoveva del Arroyo Felicaria y nos vamos a escribir a los Bajos del Temor. Allí el río nos mece mientras escribimos

miércoles, 3 de agosto de 2011

¿Qué está haciendo ese tipo ahí?


Como todas las mañanas se había levantado temprano, era domingo y estaba solo, sin ganas de quedarse en la ciudad. Se tomó un cafecito ya que los mates lo esperaban en la isla.
Se puso el pantalón de fajina cambiando a último momento la campera por el  abrigado chaleco verde, el que le regaló ella y a él no le había gustado por parecer uniformado ¿y ahora qué? -  se preguntó.
Ella siempre ponía una excusa para ir a visitar a sus viejos, pero  él cuando cumplía un mes sin poder ir sentía que le hervía agua marrón por las venas y no le importaba dejarla sola el fin de semana, ahora ya no era el caso.
Tomó  el tren en Retiro al igual que esos tipazos que venían de cuidar sueños ajenos. Al guardar el recibo de la guardería dudó cuánto tiempo podría solventarlo pero no importaba, iba a sus pagos como un rey, ya sin la juventud  del mejor bailarín del club, con un poco de panza…, pancita cervecera , lo cargaba la mujer del conserje, pero qué importaba si no estaba para arrastrar nada, ni siquiera el mediomundo . Navegó el trayecto que hacía de chico cuando su madre lo llevaba al hospital de Tigre, estrenaba lancha, aunque había  sido de otros dueños.
Pasó antes por el Felicaria, a buscar el equipo de mate en lo de la Zuni, quien había insistido con mensajitos de textos casi todos los días desde que se enteró de la desgracia y aunque ella se había hecho el rulo de que la invitara a pasear  en la lancha, él se hizo el oso esgrimiendo que necesitaba estar solo. Ella había agregado bizcochitos de grasa recién horneados y el agua estaba a punto para que no se limpiara la yerba.
El hombre agradeció y siguió viaje, por fin podía ir al  lugar donde cortaba juncos con el Chueco y el Gringo, iba a poder detenerse en el bajo que se le antojase y no dudó en meterse avasallante por el canal.
Una embarcación colorida a rabiar irrumpía con gente parloteando, con papeles en las manos, se preguntó que hacían  un día de invierno ahí y para colmo lo miraban hasta el descaro.  La misma pregunta rebotó multiplicada:
- ¿Qué está haciendo ese tipo ahí? , ¿de dónde viene? dijo el encapuchado, ¿quién es?...tarea para la próxima semana -  dijo una de las tres mujeres.
Entonces el tipo no supo qué hacer, buscó los bidones de agua que tenía en la lancha y se puso a trasvasar el líquido transparente de uno a otro como si nada y se alejó silenciosamente en el gris de la tarde.

Monipampi

No hay comentarios:

Publicar un comentario